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Pasión y razón en "Las penas del joven Werther"

  • Foto del escritor: Emilio López
    Emilio López
  • 12 jun 2018
  • 5 Min. de lectura

Esta novela epistolar semiautobiográfica de Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832) presenta una auténtica discusión entre la Ilustración y el Romanticismo. La pregunta sobre seguir al corazón o al pensamiento siempre ha existido en la humanidad y Wolfgang lo retrata maravillosamente en un diálogo entre sus personajes, Werther y Alberto. La crítica también está presente en este libro, pues los dos movimientos literarios también son atacados. En verdad, Las penas del joven Werther (1771-1772) vale la pena, solo si estás dispuesto o dispuesta a aguantar los constantes dramas de este personaje. que, muchas veces, encierran grandes lecciones.


En el episodio del 12 de agosto, se presenta una discusión filosófica entre Alberto y Werther: ¿Qué es más importante ser racional o pasional? Werther argumenta que los hombres con mayores triunfos se dejaron llevar por la pasión: “…he aprendido que siempre se ha dado el nombre de beodo o insensato a todos los hombres fuera de serie que han hecho algo grande, algo que lucía imposible” (Wolfgang, 1774). En cambio, Alberto no entiende su postura, pues para él lo más importante es que una persona se enfoque en sus pensamientos: “El que sigue los impulsos de una pasión pierde la facultad de reflexionar y se le mira como a un borracho o un loco” (Wolfgang, 1774). Sin embargo, el tópico central de todo el diálogo es el suicidio. Esto puede deberse principalmente al Sturm und drang (Tormenta e impulso), movimiento prerromántico alemán de rechazo al racionalismo de la Ilustración (López, 2018).


Durante el siglo XVIII el tema del suicidio tuvo diferentes apreciaciones. No es de impresionar que haya causado la misma controversia que ahora, después de todo estamos hablando de la época donde se valoraba la razón sobre el resto de cosas. A principios del siglo, se repetían tres argumentos básicos que venían de Aristóteles y San Agustín: “Es un delito contra Dios, la sociedad y uno mismo” (Cervera, 2006). Sin embargo, más adentro del movimiento se empieza a tener otra perspectiva, pues “con el suicidio parecen fracasar también los esfuerzos ilustrados por la supresión del dolor” (Cervera, 2006). Como dice Francisco Cervera (2006) en su “Revisión de las ideas en torno al suicidio en el tránsito de la ilustración al romanticismo”: “Un hombre que se suicida indica que el proyecto ilustrado ha fracasado”. Esta última postura es la que pone Wolfgang en boca de Alberto: “el suicidio, que es de lo que se trata, y que sólo debe mirarse como una debilidad humana; porque con toda certeza es más fácil morir que soportar sin descanso una vida llena de amargura” (Wolfgang, 1774). En este fragmento, hay también un discurso oculto, pues viene de un hombre enfocado en buscarle sentido a todo y que está explicando, constantemente, sus argumentos, lo cual lo convierte en el portavoz de la Ilustración.




Por otro lado, está Werther que nos presenta la defensa teórica del suicido. “El hombre tiene el derecho de elegir el momento de su muerte” (Cervera, 2006) es lo que opinarán otras grandes voces intelectuales como Voltaire, Montesquieu, Hume y, obviamente, Werther. No obstante, este último atribuirá la causa a las pasiones:


“El hombre siempre es hombre y la chispa del entendimiento que tengan éste o el otro, es de poca o nula utilidad, cuando al fermentar una pasión la naturaleza se arroja a los límites de sus fuerzas” (Wolfgang, 1774).


Además, él mismo es un ejemplo de su argumento, pues al final de la novela él acaba con su vida por no ser correspondido por Carlota; es decir, por su pasión.


“Carlota: no tiemblo al tomar el cáliz terrible y frío que me dará la embriaguez de la muerte. Me lo has entregado y no dudo. Así van a cumplirse todas las esperanzas y todos los deseos de mi vida, todos, sí, todos” (Wolfgang, 1774).


De esta forma se presenta una crítica a la razón, pues sus límites no dejan ver ni experimentar lo que está más allá del simple pensamiento:


“¿No sabrás hablar de nada sin decir: esto es una locura, esto es razonable, eso es bueno, eso otro es malo? ¿Qué significan todos esos juicios? Para emitirlos, ¿habrás profundizado los resortes secretos de un acto? ¿Sabes acaso distinguir con seguridad sus causas lógicas?” (Wolfgang, 1774).





No obstante, también ataca a las figuras más “racionales”, pues a causa de estas se sancionan las acciones de los demás: “Condenan al ebrio y detestan al demente con la frialdad del sacerdote que sacrifica y dan gracias a Dios, como el fariseo, porque son ni locos ni borrachos” (Wolfgang, 1774). En mi opinión, está criticando las actitudes que toman las personas, ya que juzgan tomando un papel que no les pertenece. Así que podría decirse que Werther es una antesala a lo que más adelante se verá en el Romanticismo (Cervera, 2006).


Como último punto está la pasión según el género. Algunas culturas establecen que las mujeres son mucho más apasionadas que los hombres. No obstante, Wolfgang nos muestra, por boca de Werther, que no es así. En este diálogo con Alberto, se presenta el ejemplo de una mujer víctima de las pasiones:


“Al final encuentra a un hombre hacia el cual le empuja con incontrolable fuerza un sentimiento nuevo para ella, y pone en él todas sus esperanzas; se olvida de todo el mundo; nada oye, nada ve, nada ama, sólo a él” (Wolfgang, 1774).


Sin embargo, esto es el paradigma social, ya que en nuestros protagonistas los roles son al revés. Werther es el romántico empedernido, dispuesto a sufrir y entregarse todo por amor; mientras que Carlota es la mujer racional que sabe qué, cómo y quién le conviene. Así que en la “teoría” la mujer es más entregada a la pasión, pero en la realidad sabemos que es el hombre. En la siguiente cita observaremos que la reacción de la muchacha, en la historia de Werther, es la misma que la de él al final del libro:


“No ve el inmenso mundo que tiene delante, ni los muchos amigos que podrían hacerla olvidar lo que ha perdido; se siente separada, abandonada de todo el universo y ciega, triste por el horrible martirio de su corazón, para huir de sus angustias, se entrega a la muerte, que todo lo devora” (Wolfgang, 1774).


En conclusión, este diálogo sobre lo pasional y lo racional es una discusión entre la Ilustración y el Romanticismo, la cual está por venir. Sin duda, nunca dejará de ser un tema controversial, pues aún existe la pregunta: ¿sigo a mi corazón o a mi cabeza? Simplemente, no hay una respuesta sencilla para eso: Alberto y Werther nos los enseñan. Lo único que, en mi opinión, podríamos hacer es entregarnos a las emociones y terminar en muerte; o a la razón y acabar, también, en muerte.

REFERENCIAS

Cervera, F. (2006) Una revisión de las ideas en torno al suicidio en el tránsito de la ilustración al romanticismo. Extraído de: http://revistas.uca.es/index.php/cir/article/viewFile/17/17

López, J. (2018) El movimiento literario alemán Sturm und Drang. Extraído de: http://hispanoteca.eu/Literatura%20espa%C3%B1ola/Siglo%20XIX/Sturm%20und%20Drang.htm

Wolfgang, J. (1774) Las penas del joven Werther. [Versión digital] Editorial Palabras.



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